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El jefe del personal de la corte les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Baltasar; a Ananías le puso Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednegó.

Daniel decidió no contaminarse con la comida y el vino de la mesa real, y pidió al jefe del personal que le permitiera no contaminarse. Dios hizo que Daniel se ganara la benevolencia y el favor del jefe del personal

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